¡Pobres chicos presos!

Las pancartas caseras colgaban de los balcones del Palma Bellver de Palma de Mallorca, el denominado hotel covid, en el que cumplían cuarentena los contactos de quienes han dado positivo en pruebas PCR tras el desmadre de los viajes de estudios. En sus pancartas, los adolescentes confinados exigían su libertad y llamaban a la solidaridad de sus vecinos, el viejo recurso de subrayar la cercanía: Libertad Madrid o Libertad Écija, proclamaban, como si todos sus paisanos estuvieran retenidos junto a ellos.

¡Pobres chicos presos! Representan a un sector de la juventud, puede que minoritario, que se hace notar demasiado. Después de prácticamente año y medio de pandemia, de meses de confinamiento, de ver interrumpidas sus relaciones sociales, de un curso escolar repleto de restricciones, cuando se han esforzado tanto para conseguir sacar buena nota en el examen de selectividad…. ¡Tenían derecho a relajarse un poco! ¡Quién podría echárselo en cara! Claro que todos los demás han sufrido lo mismo, pero no entremos en comparaciones.

Un viaje de estudios es un viaje de estudios. Hay que beber hasta el desmayo, ligar -si fuera posible-, pasar la noche en vela, ir de discoteca o de botellón… Sin esos alicientes ¿Para qué leches sirve un viaje de estudios?

Y también debemos comprender a sus padres. Sus vástagos son ya muy mayores y no están acostumbrados a las negativas. ¿Cómo les vamos a prohibir ahora que se desaten un poco? Además se lo merecen, han trabajado muy duro.

Bueno, puede que se hayan pasado. La broma ha supuesto, hasta ahora, según los datos de Sanidad del miércoles 30 de junio, casi 2000 positivos identificados, 6000 personas en cuarentena, y 249 han estado aislados en Mallorca, en el hotel Palma Bellver. 62 de ellos con PCR positiva, 175 con negativa y 12 pendientes del resultado. Hay otros 16 que han sido trasladados al Hospital Son Espases por precaución. No parece, de momento, que la cosa sea muy grave.

Es comprensible que los 249 jóvenes aislados en el Hotel Bellver, o parte de ellos, estuvieran indignados. Que llegasen a decir que no sabría si decir secuestro, pero lo que nos están haciendo muy legal no es. Que nieguen rotundamente ser contacto estrecho de algún positivo, o que, asesorados legalmente, no acepten ser sometidos a pruebas PCR.

Abusos, abusos, abusos… como que el Ministerio de Sanidad pida considerar contactos estrechos a cualquier joven que haya participado en un viaje a Mallorca y que tengan que hacer una cuarentena obligatoria de diez días de regreso a casa y someterse a dos pruebas diagnósticas.

No es de extrañar que, ante tamaño autoritarismo, algunos padres hayan sostenido que la responsabilidad es de todos -o sea, de nadie-, criticado que sus hijos permanezcan en Palma sin la seguridad de haber estado en contacto con un positivo (sic) y los haya, incluso, que han denunciado al Govern Balear por detención ilegal.

Tampoco debería sorprendernos que algunos de los adolescentes retenidos en el hotel covid se aburrieran. Que tuvieran la música a todo volumen durante horas, que siguieran consumiendo alcohol y de fiesta nocturna, que tirasen fruta y restos de comida por los balcones, que el resto de la gente confinada en el hotel tuviera que escuchar sus gritos y cánticos continuos de libertad, libertad y que acabara por quejarse de que les estaban haciendo la vida imposible.

Pobres chicos presos. Presos de haber sido educados en un libertarismo reaccionario que coloca su santa voluntad y su libertad como valores supremos, sin reparar -¡y a mí qué me importa!- en el daño que puedan causar a su alrededor.

Pobres chicos, presos de inmadurez alarmante, porque nadie les ha enseñado, al parecer, que el mundo existe más allá de su ombligo. Que gritan libertad libertad, defendiendo la suya propia con uñas y dientes, sin que poner en riesgo el derecho a la salud y la libertad de los demás parezca preocuparles lo más mínimo.

La juez del juzgado de lo contencioso-administrativo número 3 de Palma ha suspendido el confinamiento de los estudiantes que han dado negativo en una prueba PCR. En su opinión la consideración de contacto estrecho es tan genérica que no puede fundamentar un confinamiento forzoso. Solo los de PCR positiva siguen confinados. Una decena de estudiantes ha salido por su cuenta, sin ningún control. Han volado después hasta Bilbao. Salir ha sido un subidón, ha declarado una de ellas a su llegada. La Administración ha fletado un barco para que el resto, alrededor de 170, pueda viajar a la península de la manera más estanca posible. Me temo que en algunos casos sean recibidos como héroes.

No voy a entrar a criticar la decisión judicial, ni a subrayar sus flagrantes contradicciones con los protocolos médicos establecidos. Vivir en una sociedad garantista, la manoseada división de poderes, tiene estas cosas y, a la larga, las ventajas son superiores a los inconvenientes. ¡Qué le vamos a hacer!

Cuentan las noticias que la tasa de contagios entre veinteañeros ha subido cuarenta puntos en un día y pone en alerta a varias comunidades. Esto está pasando y hay responsables concretos. Tienen nombres y apellidos. No sería bueno olvidarlo.

¡Pobres chicos libres, víctimas -y a la vez claros exponentes- de un narcisismo galopante que prescinde de toda responsabilidad social!

¡Qué mal los estamos educando!

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