Te borraste del whatsapp, diste de baja el correo, sellaste con silicona tu buzón en el portal. Sopesaste cancelar los números de teléfono, pero luego decidiste -esa atávica prudencia- que con no atender llamadas era tal vez suficiente.
Has aprendido a la fuerza que la vida… iba en serio. Están exhaustos tus brazos de brindar tantos adioses. Has gastado las palabras con que aliviar despedidas. No puedes dejar crecer ese voraz agujero de ausencias que va mermando el núcleo de lo que has sido.
Decidiste, precavido, que vas a obrar con cautela: tabicaste las ventanas y corriste los cerrojos, aseguraste las puertas y cegaste cerraduras, alzaste una barricada en el acceso al pasillo. Acabada la tarea, vigilas tu fortaleza.
Y a pesar de tanto esfuerzo, se oyen golpes en la entrada: se abre paso la noticia.