Amarrado al puto móvil



Amarrado al puto móvil
de una marca de Corea,
los ojos en la pantalla
los dedos fieros teclean,
se quejaba de su suerte
un ciudadano cualquiera,
prisionero de la red,
atrapado en sus quimeras:
¡Oh viejo mundo real
los pies anclados en tierra,
universo que se palpa,
testigo de mi tragedia!
Pues tú eres la realidad,
la de las cosas que cuentan,
y ni rastreas mis pasos
ni me quieres marioneta,
trae otra vez a mi vida
las relaciones directas,
la mirada cara a cara
sin pantallas interpuestas.
Que la vida digital
es limitada, incompleta,
pero hábil al engancharnos:
te agarra y ya no te suelta.
¡Si es que no me sé orientar
sin la aplicación que lleva
mis pasos por donde debo
y dicta qué me interesa!
Voy a elegir mi camino,
llevaré mis propias riendas.
Por mucho que me equivoque,
el llevarlas ya compensa.
Pues he vivido diez años
sin despegarme de ella,
apagaré la pantalla
y pondré fin a mis penas.

En esto llegaron raudas
de Amazon nuevas ofertas
y el ciudadano volvió
a teclear con fiereza.

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