La poesía es un arma cargada de futuro,
tronó el poeta social.
La poesía es un martillo,
rebajó el contenido
otro de la misma cuerda
que no apuntaba tan alto.
Después de Auschwitz
escribir poesía es un acto de barbarie,
reprendió el filósofo airado,
maldiciendo los poemas
sobre los tiempos oscuros.
Poesía eres tú,
terció el romántico que,
en la realidad prosaica,
trataba de tirar los tejos
a un amor inaccesible.
Embriagaos sin cesarcon vino, poesía o virtud,
sugirió el poeta maldito
con la mirada borrosa,
mientras tomaba de un trago
la quinta absenta del día.
Poesía es usar símbolos
para rozar lo absoluto,
nos informó el simbolista,
dejándonos con la duda
de qué será lo absoluto
y si admite rozaduras.
Poesía, poesía...
A mí, las ideas claras,
rezongó el racionalista,
riguroso y estricto,
antes de zanjar el tema
con un sonoro ¡bah!