
Llamamos Homo sapiens sapiens a la subespecie en la que estamos incluidos los actuales seres humanos.
Lo de Homo hace referencia al género. Bueno, de alguna manera había que denominarlo, no nos pongamos tiquismiquis.
Homo es el tronco común de una amplia estirpe con numerosas ramas, desde el Homo habilis, que vivió hace dos millones y medio de años, hasta el nosotros de hoy en día: Homo ergaster, Homo erectus, Homo antecessor, Homo neardenthalensis… Una larga lista a la que investigaciones y descubrimientos van añadiendo nuevos nombres.
Sapiens quiere decir sapiente, el que sabe, el que piensa. Podría traducirse también como juicioso, acertado, cuerdo… Como se ve, todas las opciones son francamente elogiosas. Nos satisface, al parecer, echarnos flores.
Lo que más me llama la atención es que quienes bautizaron a nuestra subespecie se sintieran obligados a duplicar el adjetivo: sapiens sapiens. Dirán que para ello hay razones de nomenclatura científica, no voy a discutir un tema que ignoro. Pero da la sensación de que no les parecía suficiente con decirlo una vez y necesitaban machacar la idea.
Como si tuvieran que repetirlo para convencerse a sí mismos, como si con la reiteración trataran de despejar la duda de que el calificativo sapiens realmente nos corresponda.
Ya te echaba en falta
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