De Isabel Díaz Ayuso la gloria vengo a cantar, un entregado romance a lideresa sin par.
Murmuran las malas lenguas -y no lo voy a negar- que al Gobierno le da estopa para ocupar su lugar. La Moncloa es poca cosa para su rango estelar: de Madrid, al cielo lleva escrito en su carta astral.
Su innata sabiduría la llevó a profundizar en medio de la pandemia el concepto libertad: tomarnos unas cañitas con los colegas del bar y a los que sigan palmando… ¡que los lleven a enterrar!
Buscan su talón de Aquiles hurgando en la sanidad. Si el famoso plan de urgencias pretende garantizar el abrir todos los centros con plantilla a la mitad, solo es signo que demuestra de Ayuso la santidad. ¿No recordáis, descreídos, un prodigio similar? ¿Panes y peces Jesús no supo multiplicar?
Entender de economía es un lujo intelectual si manejas la varita de la rebaja fiscal. Las deudas y la inflación, la pobreza en general, el precio de la energía o la pandemia mundial… pagando menos impuestos todo se podrá arreglar, hasta, si ayuda la suerte, la sequía pertinaz.
Nos hablan de Gran Bretaña queriendo así señalar que llevaría a la quiebra una política tal. Maledicencia de necios, no te dejes asustar. Seguiremos de rebajas en nuestra Comunidad, que aquí para las facturas está el Gobierno Central.
Hablan de alarma en el clima: calentamiento global. Nuestra líder salió al quite con su saber proverbial: propagandacomunista, dijo sin pestañear. ¿No será que les da miedo que se caliente el Gulag?
Y si las cosas se tuercen o se ve en algún fangal, siempre queda el comodín de sacar a pasear el terrorismo de ETA o al indepe catalán. ¿Que ETA ya se disolvió? ¿Que el proceso s’ha acabat? ¿No es privilegio de santos los muertos resucitar?
Dejar atrás los complejos, largar con rotundidad; importa poco si luego no encaja en la realidad. Hablamos para los nuestros, vendemos identidad, las palabras son los puños, el negocio... ¡se verá!
Rendíos, progres y herejes, tiempos son de posverdad, entonad el mea culpa, postraos ante su altar.
Post scriptum
Reprochan a Doña Ayuso murmurar en el Congreso que a ella le gusta la fruta.
Ayuso es mujer de clase, no es grosera ni de lejos. Estaría distraída mirándose en el espejo.