
La probabilidad era de una entre cien millones. Eso, al menos, afirmaban los expertos.
Sucedió, sin embargo. Un chasquido sideral y todas las redes colapsaron a la vez. Una caída universal. Ningún dispositivo funcionaba.
Un grito de sorpresa recorrió el mundo entero. En los cinco continentes los seres humanos levantaron la vista de las pantallas sin vida. Miraron a los ojos a quienes tenían al lado y trataron de dirigirse a ellos. Pero ya era tarde, demasiado tarde.
Demasiado tarde para entender que la vida es eso que pasaba a nuestro lado mientras mirábamos absortos la pantalla del móvil.
Muy bueno, si señor!
Me gustaMe gusta