
Llevaba el pelo rubio cortado en cascada. Los ojos claros y una sonrisa que incendiaba la noche. Cubría su cuerpo escultural con un vestidito negro de tirantes, muy corto por delante, más largo por los costados, los brazos y la espalda desnudos.
-Romperás muchos corazones -le dijo, acodado en la barra, el ligón de discoteca, solo un segundo antes de que la chica blandiera el escalpelo que llevaba en el bolso, le abriera el pecho con precisión quirúrgica, le sacara intacto el corazón, y lo guardara en una neverita con el logotipo de la Unidad Hospitalaria de Trasplantes Urgentes.
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