Me miras, me dices:
La vida es una película mediocre
de la que ya nos sabemos el final.
Quizás no tengas buen día,
igual no has dormido bien,
tal vez te desvelaron las noticias.
En estos tiempos que corren,
antes de leer la prensa
tienes que ponerte el casco
y contar hasta cincuenta
si vas a encender la radio.
Es posible que lo oyeras
hace poco en cualquier sitio
y de un tirón lo recites
como si fuera un conjuro.
Es mejor pecar de duro
que desbarrar por ingenuo,
aunque la frase repita
algo que ya conocemos.
Pudiera ser que estés triste.
El invierno se hace largo
y son muchos los amigos
que se fueron sin comprar
billete para el regreso.
¡Qué pésima educación
no presentarse de nuevo!
Desdichados los adioses
cuando se saben eternos.
Hacemos sitio al silencio.
Dejamos que corra el aire.
Liamos un cigarrito.
El ritual de encenderlo,
la pausa reconocible.
Mientras se dilata el humo
el mundo se recoloca,
sus dimensiones se ajustan
a las medidas humanas.
Al latido del sosiego
gana terreno el olvido:
el pasado y el futuro
se resumen en las brasas.